Crítica sobre Okupas del cielo


¿Qué podría decir de la obra de una persona que ha compartido con este humilde servidor noches de borracheras interminables, sucias y melancólicamente perversas? ¿Qué podría decir de cada palabra, de cada verso, de cómo suenan en mi mente y de como yo las hago sonar? ¿Qué podría deciros a todos vosotros, inocentes, de los sentimientos que en esta obra están plasmados a corazón abierto?.
Durante el viaje de su lectura he llorado, he reído, he sonreído de manera cómplice con algunas de sus estaciones. Los cambios de vía son continuos. Sumergirse en las fuertes mareas de "Okupas del Cielo" es como viajar en uno de esos sucios, viejos y malolientes trenes regionales. Mirar el paisaje cuando nos damos cuenta de que el viaje es interminable. Es el desconocimiento y el desasosiego de no saber cuando vamos a llegar al final de sus versos, y aun así, la contradicción del que viaja y disfruta y no quiere que ese viaje finalice nunca. Es un compendio, podríamos decir, "escueto", pero... no nos equivoquemos, cada verso esconde una intensidad, una intención y una crudeza brutal.
Seamos sinceros, hay que tenerlos bien puestos para poder tragar hábilmente su contenido. A pelo, señores, sin ninguna copa de vino que nos ayude.
"Okupas del Cielo" no es más que un vómito de verdades, una sucesión de golpes directos a la mandíbula, una bofetada al borracho de la vida que se ilusiona con el vuelo de una mosca. "Okupas del cielo" busca ir más allá del horizonte, busca que el lector mire más allá de él y que despierte. Que entienda el significado del mensaje que, a veces, está encriptado en sus versos.
"Okupas del Cielo" no es más que un reflejo de su autor, es la inquietud que brota a borbotones como una herida en la ceja tras una pelea de borrachos en un bar.

Gabriel Quiroga ( Educador Social)

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