Las canas no son más que el reflejo de la sabiduría que me otorgan los
años,
Las marcas de cuentos de luces apagadas en callejones carentes de
carnaval.
Mi barba la heredera de un pasado manchado de café,
La bandera del velero con la que surco los mares.
He aprendido más en los bares que en la escuela,
En los libros más que en Internet.
En mis sueños escribo grandes poemas,
Pero al despertar nunca los recuerdo
Y acabo siendo un simple rufián follador de mentes,
La sota de copas después de tres whiskys con hielo.
La perfección está sobrevalorada
Solo son leyes morales,
Mis defectos me hacen diferente,
Los disfruto y me alejo del ser humano,
Porque me sonríen mas los perros que los hombres.
Ya llevo años expulsado del rebaño
Sin embargo nunca he clamado
venganza,
Pero insisto en la necesidad de la locura en el arte.
Yo no respeto los márgenes porque nunca he creído en los límites,
Limitarse es amurallar el ingenio.
Los que quemaron sus retinas mirando al sol con la camisa nueva de los
domingos,
Hoy te sonríen en un brindis de Judas, Borrachos de soberbia
enmascarada,
Son los jueces de lo
extraordinario preparando la guillotina,
Jugando a clavar lanzas en el costado de los versos más amargos,
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