Ven y critícame

Ven y critícame, crucifícame, lapídame,
 sodomízame, maldíceme,
pero sobre todo, poetízame, versquiciame,
vísteme con la mejor poesía que tengas,
si puedes.

Mientras tanto te conviene callarte
escucharme, verme, disfrutarme
y sobre todo infectarte de la mejor poesía que tengo,
que es capaz de mantenerte en el asiento
a pesar del odio que corre por tu aorta
subiéndote la presión arterial
cada vez que escuchas mi nombre.

Huyo de reyertas y conflictos,
yo respondo sobre las tablas
que es donde la poesía me protege,
me abriga y me desnuda de verdad,
me viste de honestidad brutal.

Podrás decir que mi poesía es fácil,
populista o incluso bolivariana
pero nunca está vacía,
en su interior contiene disoluciones
capaces de corroer la piel más insensible
de mover la coleta de tu bulbo raquídeo
como si fuera un concierto de los Maiden

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