Temo caer en el encierro del poeta egocéntrico,
no conocer vida más allá de mi planeta,
como aquel que no abre los oídos
a cualquier voz distinta a la suya.
Pasar una noche íntima con mis versos
en una perfecta unión simbiótica
hasta llegar al éxtasis total.
Tengo miedo de no ser la persona
que se esconde entre mis versos,
sentirme un completo extraño
frente al espejo del papel.
Que mis raíces dejen de estar
agarradas a este suelo fértil.
Me espanta perder la conciencia social
y escribir solo poemas de amor,
hablarle tantas veces a la luna
que me olvide de la tierra.
Pavor a reproducir las pesadillas
de los días mas inciertos,
de encontrarle salida a esta sin razón,
que me mantiene rozando los sueños
que la realidad pretende ocultarme.
Encontrarme encerrado en torres de marfil
junto a la reina de este tablero loco,
dejando de lado a Segismundo.
Sufro ataques de pánico al imaginarme
encontrar a la poesía en un salón de baile,
después de haber recibido una paliza
a la salida del instituto,
con los profesores vitoreando.
Me turba pensar que la poesía
ceda ante la tiranía de quienes
la han infectado de una enfermedad,
que los poetas entiendan de economía
hasta lograr
extinguir la rima de riesgo.
Temo convertirme en aquello que odio,
ser el Darth Vader de la poesía,
traicionar aquello por lo que lucho
y caer en el lado oscuro sin retorno.
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